Testimonio de la madre de un joven desaparecido por el Bloque Catatumbo de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). También habla Jorge Iván Laverde, conocido como alias «El Iguano», cuando era comandante de ese bloque de los paramilitares, que construyó y utilizó hornos crematorios para desaparecer los cuerpos de cientos de personas.
Parteras, sobanderos, curanderos y remedieros son las médicas y médicos tradicionales, guardianes de la sabiduría ancestral que, en muchas ocasiones, son la única alternativa que tienen las comunidades de la costa pacífica para aliviar el dolor y sanar los daños psicológicos y espirituales que deja el impacto del conflicto armado en esta zona.
Dos madres a quienes les asesinaron sus hijos cuentan sus historias, las situaciones vividas y las acciones emprendidas (logros y frustraciones), para visibilizar sus casos y exigir justicia para evitar la impunidad. Asimismo, comparten los impedimentos (amenazas y no reconocimiento) para avanzar en la búsqueda de la Verdad.
Relata los hechos de violencia contra el movimiento estudiantil y las organizaciones sindicales de las universidades públicas por parte del paramilitarismo y fuerza pública. La captura de rentas públicas por parte de actores armados, la profundización de crisis institucionales de las universidades y la universidad pública como espacio de cooptación y difusión de ideas y prácticas de violencia por parte de las insurgencias.
Si bien el conflicto armado llegó al Catatumbo antes que el narcotráfico y los cultivos de uso ilícito, a pesar de la desmovilización de paramilitares y FARC, la violencia, el narcotráfico y grupos armados persisten en la región.
Las continuas prácticas de violencia, que se sistematizaron, prohibieron prácticas culturales de duelo y festejo, además de prohibir el acceso a territorios sagrados a los pueblos negros e indígenas.
Hace un recorrido por la violencia del conflicto en la región del Magdalena medio y sobre cómo la violencia política se ha expresado en la región a través de las relaciones y conexiones de grupos armados con políticos y Liderazgos regionales. Asimismo, se da lugar a las voces de la UP que no han sido apagadas por el exterminio.
Muestra la experiencia de organizaciones lideradas por Mujeres que, a través de esas prácticas culturales, han iniciado procesos de resiliencia, verdad, reconocimiento, convivencia y no repetición.
Habla sobre los impactos y las consecuencias de la zona de despeje en Meta y Caquetá. Campesinas, campesinos, analistas e investigadores argumentan por qué la zona de distensión facilitó la degradación del conflicto armado y relatan cómo vivieron las vísperas, el durante y el después de este proceso de negociación fallido, que tuvo lugar en una región históricamente controlada por la desaparecida guerrilla de las FARC-EP.
Después de la Toma de Mitú, Vaupés, de 1998, padres, madres y pobladores se preguntan por el paradero de las decenas de jóvenes y personas reclutadas en el marco del Conflicto Armado Interno, de las que aún no se sabe nada. Los adolescentes, niñas y niños de hace 22 años, que no fueron obligados a las armas, se desplazaron o fueron sacados por sus padres a otras regiones del país.
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