El dolor, la violencia, las secuelas de lo que se quiere silenciar u omitir, son elementos que al mostrarse, al ser visibles, se puede hacer catarsis sobre ellos. La única manera de sanar es siendo franco con aquello que lastima, haciéndolo visible. Conviene una actividad que movilice, que se realice en las casas de la cultura del país, un proyecto que abra espacio a las artes para hacer que el dolor también tenga voz: a través del baile, del canto, de la pintura, en espacios rurales, realizar el mismo proyecto para que comunidades se acerquen y creen a partir del dolor. Más que un proyecto particular, ha de ser un proyecto que desmitifique la idea de que sentir dolor, llorar, ser una víctima es debilidad y, por el contrario, se le dé fuerza a un sentir que tiene el mismo potencial de acción que otros como el amor.